martes, 28 de febrero de 2012

¡Eh gato!


¡Eh gato!

Fuimos gatos.
Así atravesamos los techos de aquellas noches en aquellos primeros años.
Pim, Pam, Pum y yo (cuatro gatos locos)
Secos de ruidos, empapados de hambre.
Maullábamos a la penosa alegría que el costumbrismo (veneno lento) nos cedía sin pausa ni compasión

Solíamos encontrarnos en la plaza grande, alrededor de una sanadora Sprite de litro que conseguíamos a precio de oferta.

Pim era mágico y eterno, como los primeros cracks del futbol.
Pim volaba en vez de correr, y lo hacía más alto y más rápido si iba borracho.
Pim siempre fue un gato viejo; le gustaban las caricias de mujer y ver el sol estallando en la luna.

Pam nunca fue Pam. Ronroneaba a la locura
Pam nunca era Pam. Lo habitaban otros gatos;
Pam era las alucinaciones de esos otros gatos. Era el último tramo del tobogán.
Nunca tuvo cuna, por eso llevaba las uñas tan largas.

Pum tenía el lomo grande para cargar con los gatos que morían constantemente por las dentelladas mecánicas del progreso.
Pum tenía el corazón inmenso como la copa de un árbol.
Pum tenía los ojos tan pero tan gigantes que veían más allá del futuro. Él veía de verdad. Pero para suerte de todos, Pum, no tenía lengua… y lloraba mares con sus ojos repletos de silencios.

El cuarto gato soy yo… era yo;
Un sobreviviente.
Un día me bajé de los techos, me limé las horas,
dejé de mear las veredas,
dejé de llorar por amor,
dejé de perder peleas,
dejé de maullarle a los fantasmas,
maullarle a los fantasmas,
maullarle a los fantasmas.

Ahora paseo por las calles arrastrando la transparente decadencia de este día a día flamante y glorioso, y encuentro nuevos gatos que sin reconocerme me maúllan.

De: Gallo y Negro (Gustavo Lista)
La ilustración es del Tumblr SHE LOST CONTROL  

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